Señor, yo no sé rezar
desde esta realidad, porque es una realidad desconocida para mí, no es que
desconozca el dolor, tu sabes que lo he probado muchas veces, pero este dolor
Señor, el dolor que ahora siento por la pérdida de mi ser querido es un dolor
nunca antes sentido, sin embargo, te doy gracias porque aún en lo más profundo
de mi dolor, desde lo hondo de mi mismo, yo puedo pensar y sentir el dolor que
otras personas seguramente habrán sentido cuando han perdido a una persona tan
amada y sobre todo un hermano, un hijo, un ser querido.
Tú sabes que te quiero
mucho Señor y estoy seguro que solamente tú, me vas a dar la fortaleza para
crecer. Su habitación, su ropa, incluso Señor su olor, todo está tan fresco que
me cuesta resignarme, porque su presencia la siento en todas partes y sin
embargo ya no está. Por favor Señor abre mi corazón y mi mente. No para
entender con la razón sino con mis sentimientos, el sentido del dolor. El
sentido de la muerte física.
Gracias por el cariño de los amigos y amigas,
hermanos y hermanas, gracias porque esto nos ha venido a unir como familia,
gracias porque en este momento nos sentimos uno y en esa unidad lo sentimos a
él, a nuestro ser querido.
Dame la fortaleza Señor que le diste a la Virgen Madre cuando estaba al
pie de la cruz, sufriendo y viviendo el dolor a tope y también quiero pedirte
humildemente Señor por todas aquellas personas que no han podido tener un
duelo, por cualquier razón motivo o circunstancia, que no han podido vivir el
duelo de sus familiares desaparecidos porque les han, incluso, negado o quitado
hasta ese derecho.
Gracias Señor porque tú siempre inscribes tu presencia en
esta vida con tu Espíritu, dame la fe para creer que lo que sucede, sucede con
un sentido y con una razón que quizá ahora no entiendo, pero que un día podré
comprender, Amén.
Padre Jose Humberto Marroquín.
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